COMPRAR UNA CASA DESDE EL ASPECTO EMOCIONAL, ¿AMOR A PRIMERA “VISITA”? 🏠❤️
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LAS EMOCIONES Y LA COMPRA DE UNA CASA
Muchas más veces de las que somos conscientes, las emociones toman las riendas de nuestras decisiones y guían de forma irreversible nuestra elección final. Por algo se dice que somos seres emocionales que razonan. Podríamos pensar que al comprar una casa no funcionamos así y lo sopesamos todo detenidamente desde una perspectiva super racional, porque se trata de una de las decisiones más importantes de nuestras vidas. Pero lo cierto es muchas de las decisiones más importantes de nuestras vidas también son fruto de nuestras emociones, aunque no nos demos cuenta.
¿QUÉ IMPULSA LA DECISIÓN DE COMPRA DESDE UN PUNTO DE VISTA EMOCIONAL?
Hay varios factores que nos pueden impulsar de forma definitiva a decidirnos por una vivienda en lugar de otra. De acuerdo con nuestra experiencia, el más importante de todos ellos es que consigamos visualizarnos viviendo en ella. Que veamos en esa casa un lugar para nosotros, donde nos apetezca instalarnos ya, sentarnos en ese salón a tomar una cerveza tranquilos o a ver una película con nuestra pareja o nuestros hijos. Que nos imaginemos preparando nuestra comida favorita en esa cocina y charlando con nuestra familia alrededor de esa mesa de comedor. Hay viviendas que nos transmiten todas estas sensaciones y otras en las que muy difícilmente nos vamos a poder imaginar haciendo todas estas cosas y siendo felices. Por eso es importantísimo que una casa nos transmita sensaciones positivas desde el momento que pongamos el pie en ellas: buen olor, luz, limpieza, orden, tranquilidad… Todas estas sensaciones no tienen precio y realmente van a marcar la diferencia en nosotros a la hora de tomar una decisión. Si una habitación de la casa es muy oscura y pequeña, no le vamos a dar tanta importancia porque ya nos hemos enamorado del salón y nos hemos visto disfrutando de nuestra vida diaria en él.
Cada persona es distinta y lo que a unos nos hace felices, a otros les haría miserables. Así que para cada uno de nosotros hay algo diferente que es fundamental a la hora de decidirnos por una casa u otra, aunque ni nosotros mismos seamos totalmente consciente de ello. Un buen consultor inmobiliario va a esforzarse mucho en descubrir qué tipo de casa les haría felices a sus clientes compradores, porque es su trabajo y su responsabilidad tratar de encontrar la casa perfecta para ellos. Y esa casa ideal es diferente para cada uno de nosotros. Nada nos produce más satisfacción que vengan a vernos para tomarse un café con nosotros y contarnos lo felices que están en la casa que nos compraron, lo que están disfrutando del barrio, lo a gusto que se encuentran con su familia en su nuevo hogar. Para nosotros no hay nada más bonito que eso, ayudar a nuestros clientes a encontrar su refugio, su nueva vida, su casa.
Pero aunque cada persona tenga unas preferencias distintas y la clave de nuestro éxito sea saber identificarlas, hay algo que es indiscutible: a todos nos gustan las cosas agradables, bien cuidadas, bonitas y ordenadas. Seamos propietarios de una casa de 35 m2 o de 350 m2, debemos hacer un esfuerzo por mantenerla bien presentada y cuidada y mostrarla con ese cariño sus posibles compradores. Porque si no conseguimos que la casa les agrade y se imaginen viviendo allí, por mucho que esa vivienda esté en el mejor sitio posible y tenga un precio interesante, muchos compradores van a descartarla inmediatamente sólo por esa primera impresión.
No podemos ignorar que la mayoría de nosotros sucumbimos ante “el amor a primera vista“, un impulso que nos lleva a decidirnos rápidamente por una propiedad, sin tener tanto en cuenta otros factores mucho más racionales que en teoría deberían ser los motores reales de nuestra decisión. Muchos de nosotros hemos experimentado esa sensación al visitar una vivienda, donde nuestro corazón latía al ritmo de “es ésta, es ésta, es ésta”.
El amor es uno de los motores que mueve el mundo, ¡y no podemos evitarlo!
